Saludo cordial. Esta es una reflexión al testimonio: “EL PERDON DE UNA INFIDELIDAD”, dentro de la Cátedra “Constructores de Paz”, que curso en la Universidad de Los Andes y la Plataforma Coursera, y que tienen que ver con el modulo descubriéndome desde mi reflexión personal:
Tema: EL PERDÓN DE UNA INFIDELIDAD
Testimonio escrito por una estudiante para un curso sobre Educación de Paz
Durante mucho tiempo pensé que nunca iba a llegar el sentimiento del perdón a mi vida porque hace siete años se presentó un episodio muy doloroso: ¡se trata de la situación más dura que hasta el momento he tenido que vivir!
Tuve un matrimonio muy especial en el que tenía puestas todas mis aspiraciones, mis metas, y por el cual diariamente daba lo mejor de mí. Pero ahora sé que me olvidé de mí misma por ocuparme de hacer feliz a otra persona.
Durante los diez años que estuve casada dejé de lado a padres, hermanos, amigos, salidas, e inclusive encuentros conmigo misma. Me dediqué por completo a servir a otra persona. Sólo iba a mi trabajo y volvía a la casa. Parecía una vida perfecta.
Pero en el último año de convivencia todo empezó a fallar: los inconvenientes y las discusiones eran cada día más difíciles. A mi hijo de seis años lo estaba afectando mucho, tanto en lo académico como en lo convivencial. Yo me preguntaba: “¿Qué puede estar fallando en una relación que había sido tan especial?”
Después de mucho indagar descubrí que mi esposo tenía una relación clandestina con su secretaria. Él me decía que se había enamorado, que estaba confundido, y que tenía que irse de la casa. Yo entré en un estado de irritabilidad y desespero: me sentía engañada, traicionada, sentía demasiado dolor. Primero fue la separación y luego el divorcio. Él tuvo un cambio radical: se volvió grosero, brusco, parecía no tener sentimientos de gratitud, perdió el respeto, la tolerancia y desapareció el valor que antes le había dado a la familia.
Un tiempo después recibí una citación a una comisaría de familia en la que él me solicitaba la custodia de mi hijo atribuyéndome unos comportamientos que se inventó porque yo nunca en mi vida los había tenido. Yo no podía creerlo. En el proceso por la custodia vi y escuché cosas que jamás me hubiera podido imaginar. Me sentía humillada y ultrajada por una persona tan cruel que, para mí, se había convertido en un monstruo.
Debo confesar que aquel amor se convirtió en rabia y resentimiento, y que sentía unas ganas infinitas de venganza. Lo único que quería era que esta persona se desapareciera de mi vida. ¡Lo odié con toda mi alma! Sentía una ira y un dolor muy intensos, porque él, desde que salió de la casa, planeó dañar mi vida, quitarme a mi hijo y dejarme en la calle.
No fue nada fácil empezar a realizar un proceso de reparación en mi vida. El tiempo me ayudó bastante, y hoy puedo decir que es un recuerdo que aunque dolió mucho en su momento, puedo decir que ya no duele. Este proceso de reparación se dio porque comencé a buscar cómo le encontraba de nuevo un sentido a mi vida, cómo me hacía libre e independiente, y cómo recuperaba las ganas de salir adelante y el tiempo perdido con mi familia, mis amigos, mis compañeros y las demás personas que se encontraban a mi alrededor. Así fue como encontré nuevamente el mundo que había perdido. Entonces pude dedicarme a conocerme a mí misma y a recuperar el amor propio. Esta experiencia me enseñó que para querer a alguien primero debo quererme a mí misma.
Cuando comencé a sentir tranquilidad y estabilidad vino poco a poco el sentimiento del perdón. ¡Y pude perdonar el daño causado, las palabras dichas y las acciones realizadas! Como ya no me afectan, ¡comprendí que perdonar a esa persona me había llevado a
sentirme libre! Fue un proceso de reconciliación conmigo misma, con mi vida, con mi hijo, con mi familia. Hoy soy otra persona.
He querido compartir mi vivencia porque ya la puedo exponer sin dolor, y porque quiero que quienes se encuentren en procesos como el que yo viví y lean mi experiencia, se den cuenta de que uno mismo puede lograr que el sentimiento de dolor pase y que las heridas se sanen. Y también que descubran que todo lo que nos proponemos se puede lograr, y que no necesitamos de otra persona para ser felices con lo que tenemos.